2 Timoteo 1:7
Leer: Santiago 5:17; Apocalipsis 3:20; Gálatas 5:22-23; Efesios 5:18; Hechos 4:8; Hechos 13:52
La cobardía significa carencia de ánimo ante las adversidades. Dios no nos ha dado esa carencia de ánimo, sino que nos ha dado espíritu de poder, amor y dominio propio.
Una persona entusiasmada es quien está guiada por Dios, que es movida por Él. Él es su motor, está llena de poder porque Dios está en ella. Hoy en día todo esto es posible a través de la llenura del Espíritu Santo, lo cual es posible cuando estamos llenos de Dios.
Dios habita en nosotros por medio de Jesucristo, cuando le abrimos la puerta de nuestro corazón, pero no solamente es necesario que habite, sino que seamos llenos de Él. Nuestra casa está siendo habitada por Él, pero esta debe ser llena de su presencia en cada rincón. Por lo tanto, nuestra vida debe estar caracterizada por el entusiasmo, por la llenura de Dios.
Por eso hablamos de que el fruto del Espíritu Santo es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza... De esta manera, nuestra vida debe estar llena de amor, gozo y de cada uno de los puntos de los cuales nos habla la Palabra de Dios en Gálatas 5:22-23.
Hechos 4:8 nos dice: “Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel”. Pedro estaba lleno del Espíritu Santo, se llenó del poder de Dios. No olvidemos que el Espíritu Santo es aquel que nos llena de poder y es aquel que nos guía, eso es entusiasmo.
Hechos 13:52 nos dice: “Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo”. El gozo es fruto del Espíritu Santo. No olvidemos la oración ferviente, una que viene como consecuencia de la llenura de Dios en nuestra vida, para que Él sea quien nos llene de poder y de sabiduría, y guíe nuestros caminos.
Se llamará su nombre Admirable. La palabra de Dios se refiere con este nombre a nuestro Señor Jesucristo; de esto aprendemos que Dios y su Palabra nunca dejan de sorprendernos. Admirable quiere decir que no podemos acostumbrarnos a Él, creyendo que ya conocemos todo de Él, sin que nada nos asombre. Dios nunca deja de asombrarnos, así llevemos 10, 20, 40 o 50 años de conocerle; así llevemos solo un día. Él cada día nos sorprende, porque cuando no ocurra, y dejemos de admirarle, ya no viviremos con entusiasmo. Nuestra oración no será ferviente, sino rutinaria, seca; no estará llena de amor, de gozo, de paz y de todo lo que Él habla, en cuanto al fruto del Espíritu.
"Padre gracias porque tú oyes la oración ferviente, de la manera como oíste la oración de Elías, aquella oración llena, cargada de intenso entusiasmo y admiración. Aquella oración, Dios, que viene como consecuencia de tu llenura en mi vida, que viene como consecuencia de saciarme todos los días de ti. Un día te recibí, pero yo lo que quiero cada día es que tú sacies todo mi ser, mi corazón, toda esta casa que es mi cuerpo, y a toda mi familia. Glorioso Señor, te contemplo a ti todos los días como aquel que contempla y no quiere quitar su mirada, como aquel que todos los días es asombrado por ti y por tu palabra. Quiero para mi vida estar siempre en medio de tu presencia y contemplar tu hermosura".