La amistad es un valor básico en la vida de todo ser humano y va desarrollándose cada día en la medida que se mantiene sana y sincera. La palabra amigo, no se refiere a un conocido ocasional, sino, a una relación estrecha y de confianza. Así lo vemos en las palabras de Jesús a sus discípulos, las cuales son también para nosotros; “yo no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su Señor, os he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes” (Juan 15:15).
Nuestra relación con Dios tiene diferentes aspectos: Dios es nuestro Creador, Hacedor, Señor, Maestro, Juez, Redentor, Padre y mucho más; pero la verdad es que hay una faceta maravillosa y poco conocida. Nuestro poderoso Señor y Dios, ¡anhela ser nuestro amigo! Amistad que no necesita de rituales ni ceremonias, simplemente una relación sencilla y cariñosa entre Dios y las personas que ha creado. Sólo desea que nos acerquemos a Él en cualquier momento y en la condición en que estemos.
La amistad con este gran amigo, solo es posible por su gracia, realizada por su Hijo en la cruz. La amistad con Dios se manifiesta en que Él da siempre lo mejor para nosotros y espera siempre lo mejor de nosotros y a pesar de nuestros errores, ingratitud, faltas, etc., sigue siempre cerca. Podemos contar con Él, porque su misericordia y especialmente su amor nunca se agotan.
¿Cómo mantener esta amistad?
1. Acostúmbrese a tener una cita de amor diaria con Él, mediante su tiempo devocional (este es un tiempo que usted aparta cada mañana para hablar con Dios)
2. Desarrolle el hábito de leer y meditar cada día en la Palabra de Dios, pues allí va a encontrar los secretos que Dios quiere que conozca. La amistad con Dios hay que cultivarla, por consiguiente requiere disposición, tiempo y un gran amor. El Señor brinda su amistad a quienes lo honran y a ellos les da a conocer su pacto.
Señor, gracias por enseñarme a través de esta meditación, sobre ese pacto eterno que hiciste basado en el verdadero amor, y por eso hoy me puedo considerar tu amigo (a). Gracias bendito Padre por darme tanto de ti y estar cercano a mi clamor.