Mateo 16:26
Leer : Lucas 5:24; Lucas 9:25
Hay un gran obstáculo para confesarnos y perdonarnos unos con otros y es el orgullo que se sobrepone. Es necesario despojarnos de todo orgullo, muchas veces este se antepone porque tenemos nuestros propios intereses, que están marcados obviamente por nuestro ego,
por lo que queremos. Nos convencemos de que no podemos ceder porque ya llevamos tantos años, tanto tiempo aguantando, sosteniendo. Nos justificamos con preguntas tales como: ¿a cuento de qué, yo le doy la razón a la otra persona? Y no se trata de darle la razón a la otra persona o que la tengamos nosotros, se trata entonces de experimentar sanidad, despojándonos de todo orgullo para que nuestra oración sea eficaz.
por lo que queremos. Nos convencemos de que no podemos ceder porque ya llevamos tantos años, tanto tiempo aguantando, sosteniendo. Nos justificamos con preguntas tales como: ¿a cuento de qué, yo le doy la razón a la otra persona? Y no se trata de darle la razón a la otra persona o que la tengamos nosotros, se trata entonces de experimentar sanidad, despojándonos de todo orgullo para que nuestra oración sea eficaz.
¿Qué es mejor, perder un argumento y ganar una vida, o ganar un argumento y perder una vida? Eso es lo que ocurre muchas veces, por ejemplo, en la relación matrimonial. Nos metemos en una discusión con nuestra pareja y argumentamos. Terminamos en un enfrentamiento donde acusaciones van, acusaciones vienen, argumento va y argumento viene, señalamiento aquí, señalamiento allá, sacamos en cara esto, nos sacan en cara aquello, pero en últimas ambos perdemos.
Hay un momento en el que hay que poner un alto en el camino y decidir qué preferimos. Por ejemplo, como varones debemos tener en claro que si ganamos un argumento, el pleito, una pelea, la discusión, podemos terminar perdiendo a nuestra esposa. Y tenemos que decidir si preferimos perder un “argumento humano”, pero ganar una vida, ganar nuestro matrimonio, reconciliar y restaurar nuestra familia.
En últimas, nosotros no perdemos un argumento de ninguna manera, porque con tal de ganar una vida obviamente cualquier precio es poco. Y ¿Cuál es el precio que estamos pagando? Ninguno... Bueno, puede haber uno, y tiene que ver con pisotear nuestro ego y orgullo. Y si eso es perder, pues entonces ¿Qué podrá ser ganar? Definitivamente no, porque con ello estamos ganando. Perdemos nuestro ego, pero ganamos a nuestra familia, nuestro matrimonio y absolutamente todos alrededor del entorno.