En la iglesia hallaremos personas que, siendo usadas por Dios, nos ayudarán a crecer en diversas áreas, por lo cual puede que nos entusiasmemos y esto nos lleve a involucrarnos en diversas actividades de la iglesia. No obstante, sin la debida orientación, puede que al notar ciertas cosas que no nos gustan puede que nos desilusionemos y eventualmente nos apartemos.
El síndrome del desgaste (Efesios 2:8-10)
La gente se va de la iglesia por diversos motivos, muchos de los cuales tienen en común el que estas personas se topan con algo que los desilusiona y desalienta. ¿Cómo prevenimos esto? Debemos entender que no somos salvos por nuestras obras, pero sí para hacer buenas obras, no para agradar a los hombres sino a Dios.
El factor de la atrofia ministerial (1 Corintios 12:27)
Así como los órganos, tejidos y músculos se atrofian, es decir, se deterioran al no lograr su pleno desarrollo que les permita cumplir con el propósito para el cual fueron creados. Nuestra capacidad de cumplir con el propósito para el cual fuimos creados se ve afectada al no servir como parte del cuerpo de Cristo.
El punto crucial (Mateo 6:5)
La mayoría de personas que se van de la iglesia lo hacen por dos razones: se comprometen demasiado y acaban agobiados; o no sirven en nada, sea porque no se los han pedido, se sienten cómodos como espectadores o tal vez no sean verdaderos cristianos. Por lo cual, antes de comprometerte a servir en la iglesia, revisa bien tus motivaciones y asegúrate de que sean las correctas.
Conclusión
Aunque gran parte del ministerio se desarrolla fuera de la iglesia local (dando buen ejemplo). Gran parte del Nuevo Testamento ya sea a una iglesia local o en el contexto de las iglesias locales. Sin duda, debemos servir y funcionar como parte del cuerpo de Cristo. Pero debemos hacerlo de manera que agrade a Dios antes que a los demás. Por lo que si desertamos de la iglesia desobedecemos al Señor.