La palabra clamar significa pedir algo con desesperación. Es decir, si queremos hacer algo para el Señor y dejar huella, Dios nos invita a que clamemos a él. Esto también aplica para cuando vayamos a cumplir con la Gran Comisión. Dios desea que anhelemos, es decir, que deseemos desesperadamente dejar huella.
A lo largo de la historia bíblica vemos historias de hombres y mujeres fieles que por su devoción hacia el Señor dejaron una huella tan profunda que aún hoy se habla de lo que lograron con su fe y amor. Por todo el mundo y en todas las épocas no son pocos los que inspirados en ellos han clamado al Señor y se convirtieron en canal de bendición para muchas personas de todas las naciones, pueblos y lenguas llegaran a Cristo.
Un movimiento en el que todos digan «me comprometo» (Hechos 2:1-4)
Dice la palabra que estaban todos «unánimes», es decir que todos pensaban, anhelaban y buscaban una sola cosa. La iglesia está conformada no por una, sino por muchas personas. Aquí no se trata de resaltar de manera individual sino que Dios sea glorificado. Para ello debemos dejar de lado nuestros desacuerdos y que nuestros intereses personales pasen a segundo plano a fin de dar lo mejor de nosotros en pro de SU causa.
El peso de nuestras acciones
Puede que creas que da igual si estás o no, pero lo cierto es que con sencillas acciones como ir a la iglesia, unirte a una célula, participar de clases bíblicas, ofrendar generosamente, compartir nuestra fe, enfocarnos en lo bueno que Dios hace a través de la iglesia y no en los defectos de esta y orar por los hermanos en vez de criticarlos, marcamos la diferencia.
Conclusión
Es hora de que los miembros de la iglesia formen parte de un movimiento donde cada miembro se sacrifique para que el cuerpo de Cristo se fortalezca. Es hora de buscar darle gloria a Dios a través de su iglesia y que haya un verdadero avivamiento en los corazones de sus miembros. A partir de ahora se ese miembro de la Iglesia que sirva de instrumento para traer ese avivamiento. Escúchalo atentamente y obedécele.