«Entonces el profeta le mandó a decir que fuera a lavarse siete veces en el río Jordán, y que así sanaría de su lepra. 11 Pero Naamán se enojó, y se fue. ¿Qué les parece? —dijo—. Yo pensaba que, por lo menos, el profeta saldría y me hablaría. Pensé que levantaría la mano sobre la lepra, invocaría el nombre del Señor su Dios, y me sanaría» (2 Reyes 5:10,11)
La sanidad de Naamán, el leproso, general del ejército del rey de Siria, fue realmente algo poco común que desafió la inteligencia de este hombre.
Él había recibido el mandato del profeta Eliseo de lavarse siete veces en las aguas del río Jordán y la respuesta inicial de Naamán fue negativa. Él pensaba que había mejores aguas donde zambullirse y ser sanado, pero Naamán no fue sanado hasta que obedeció al profeta . Esto nos enseña que cuando DIOS ha dicho algo, es conveniente obedecerle, para ver posteriormente los resultados positivos que ÉL nos ha prometido.
Quizás las aguas de otros ríos eran mejores que las del río Jordán, pero el profeta de Dios había dado una orden y para ver el milagro solo había que obedecer.
En este tiempo de tu vida has recibido una palabra u orden de DIOS para que la obedezcas, y en tu interior existe una lucha pues no comprendes porque ÉL te ha dicho que hagas eso; pero la obediencia a DIOS siempre suelta Sus bendiciones.
La vida nos enseña que cuando no coincidimos con lo que DIOS dice, los equivocados siempre somos nosotros y nunca el SEÑOR, pues ÉL es el Camino de Verdad que conduce a la vida plena y abundante. Obedece a DIOS aun si no entiendes.
La verdadera obediencia a DIOS está basada en una fe absoluta y a la vez fundamentada en la realidad visible de la Palabra de DIOS.