Leer: Rut 3:13; Mateo 5:37; Romanos 12:1-2
Existen valiosas verdades en la Palabra de Dios acerca de algo que parece tan inofensivo y sin trascendencia, como son las palabras. Así como pueden producir descanso, consuelo, alegría, también se pueden convertir en una fuente de amargura y hostilidad, por eso el evangelista Mateo habla de que nuestro sí, sea sí, y nuestro no, sea no. Pero aquí, en lo que dice Salomón, quiero resaltar un punto importante: “no tardes en cumplirla”. Podemos decir entonces que la palabra de Booz era una promesa, cuando le dijo a Rut: “si mi pariente que tiene el derecho preferente no te redime, lo haré yo”. Él no tardo en cumplir, el hecho de expresar “vive Jehová”, como lo hacía Booz, es hacer la promesa primero, delante de Dios. Él se la expreso a Rut, pero primeramente se la hizo a Dios y no tardó en cumplirla, al día siguiente lo resolvió, lo concluyó.
El que no lo hace es insensato. Booz no se tardaría en cumplir, era diligente, no era de los que retrasaban, postergaban o suspendían lo que debía hacer. Booz era completamente responsable por cada palabra que decía, lo que nos enseña la importancia de dedicar nuestro corazón y nuestra lengua al Señor diariamente, que estén en sintonía con el Espíritu Santo y de acuerdo con su Palabra.
Nuestras palabras son concebidas y producidas en la mente, para luego ser manifestadas a través de nuestros labios. Por ello debemos tener dominio propio sobre nuestros pensamientos, primeramente, y segundo sobre la manera como vamos a expresarlos, lo que hace necesario renovar la mente cada día a través de la Palabra de Dios y eso nos llevará a ser personas que su sí es sí, y su no es no, personas que cumplen sus promesas y no se tardan en hacerlo. Cumplamos las promesas pasadas y consideremos cuidadosamente cualquier promesa reciente.