Porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.
Hebreos 10:36
Leer: Santiago 5:7
La paciencia involucra el esperar y el aguardar, no se requiere para ciertos momentos, sino a lo largo de toda nuestra vida. Cuando corremos una maratón, no podemos salir de manera agitada, debemos regularnos de acuerdo con el entrenamiento que tengamos, es necesario correr con paciencia.
Se podría pensar que la carrera y la paciencia parecen términos antónimos, pero no es así, el atleta que no tenga paciencia no llegará a la meta, se agotará rápidamente y terminará rendido en medio de la carrera.
¿Cómo hemos de esperar y aguardar? Corriendo como el atleta, con paciencia. Debemos perseverar en ella, vivir como el atleta, que se consagra y corre su carrera, y como el labrador que espera el precioso fruto con paciencia.
Como hijos de Dios corremos con paciencia leyendo la Biblia y conociendo a Dios a través de su Palabra, cuando le dedicamos un buen tiempo, leyendo despacio y pacientemente. Nosotros somos atletas y labradores; debemos vivir un proceso de formación.
En este momento hemos de correr con paciencia la carrera que tenemos por delante, pero de manera inteligente, más que con la fuerza de las piernas, y no solo con todas las ganas y pasión. Es necesario consagrarnos, corriendo con inteligencia, aprovechando cada recurso que recibimos de la mano de Dios.